¿Has oído hablar del dolor crónico? ¿Conoces a alguien que lo sufra?

El dolor crónico sigue siendo uno de los motivos más frecuentes por los que acudimos al médico. El dolor es una señal que nos avisa de un problema o lesión en nuestro cuerpo. Sin embargo, no se limita exclusivamente a una cuestión orgánica, sino que tiene un importante componente cognitivo. Tanto es así, que investigaciones han llegado a indicar que la intensidad del sufrimiento está determinada, en gran medida, por lo que el dolor significa para el paciente. Asimismo, la ansiedad, la depresión, el aprendizaje cultural o la atención, entre otras variables, contribuyen a la experiencia de dolor de la persona.

¿Qué es el dolor crónico?

En general, se entiende por dolor crónico, aquel dolor que persiste durante seis meses o más y que se muestra resistente al tratamiento médico habitual.

dolor cronico

El dolor no es una entidad unitaria. Se pueden distinguir diferentes tipos o fases de dolor:

  • Dolor agudo. Normalmente es adaptativo y avisa a la persona para que evite un daño mayor.
  • Dolor crónico. Dura más tiempo del habitual; es más o menos continuo y, a menudo, conduce a un comportamiento que provoca refuerzo. Este refuerzo, a su vez, produce más conducta de dolor.

Una de las diferencias fundamentales entre ambos tipos de dolor, es que en el primero, el paciente experimenta una serie de síntomas físicos agudos, sin componentes emocionales importantes, que se reducen con un tratamiento médico convencional. Del mismo modo, el dolor agudo es limitado en el tiempo. Es decir tiene un comienzo determinado y un término concreto. Sin embargo, el dolor crónico es una experiencia de sufrimiento que afecta a la vida emocional, cognitiva y social de la persona. Se ha convertido en algo esencial de su identidad es lo que le representa, lo que además provoca que aparezcan síntomas de depresión, ansiedad y malestar afectivo.

Es fácil deducir que el dolor crónico afecta a la vida personal de diversas formas:

  • Se realizan numerosas visitas a médicos y especialistas para averiguar que pasa y recibir tratamiento.
  • Aparecen numerosas emociones negativas. Pensamos que si hay dolor es porque algo nos pasa y eso siempre asusta. El dolor disminuye el estado de ánimo; aumenta la preocupación y nos pone nerviosos. Esto hace que aumente el malestar y la sensación de dolor percibido.
  • Empeoran las relaciones sociales y familiares ya que el paciente no se encuentra bien. El paciente se centra cada vez más en el dolor y deja de compartir momentos agradables por no molestar a los demás; por encontrarse mal; o por no estar de ánimo.
  • Se realizan cambios en el comportamiento, se dejan de realizar actividades que antes sí se hacían. Sin darse cuenta van abandonando las cosas agradables que antes realizaban.

Variables psicológicas implicadas en el dolor

Conductas de dolor

Es importante entender que el dolor ocurre dentro de un contexto social. Es en este contexto cuando podemos hablar de las conductas de dolor. Este tipo de conductas son entendidas como un conjunto de comportamientos que indican la existencia de dolor (por ejemplo gemidos; descripción del dolor; modificación en posturas corporales; petición de ayuda; o consumo de fármacos, entre otros). Las conductas de dolor, inicialmente, no son patológicas ya que su única función es comunicar que algo nos duele. Sin embargo, pueden llegar a ser desadaptativas cuando cronifican el problema ya que son capaces de mantener en el tiempo este dolor e varias formas: a través de reforzamiento positivo (cuando los demás atienden las quejas del paciente); por reforzamiento negativo (conseguir no realizar alguna actividad desagradable, por ejemplo); y a través del castigo de conductas incompatibles con el dolor, así como la facilitación de conductas propias del rol e enfermo.

Depresión

La depresión y el dolor aparecen habitualmente unidos aunque su relación no es directa. La relación se establece ya que a medida que se mantiene el dolor a lo largo del tiempo, la persona siente una pérdida de control en diferentes aspectos de su vida. Las creencias, valoraciones y expectativas que los pacientes mantienen sobre su problema; su habilidad para afrontarlo; el apoyo social y sobre los servicios médicos influyen en la sensación de control y habilidad para manejarlo. Al disminuir esta sensación, el estado de ánimo disminuye, metiendo al paciente en una espiral de indefensión que hace que depresión y dolor se refuercen mutuamente. Es por esto, que los pacientes que padecen dolor crónico presentan un mayor número de distorsiones cognitivas y de mayor intensidad; en concreto, la catastrofización y la sobregeneralización.

Tratamiento del dolor crónico

Los principales tratamientos para el dolor crónico incluyen el tratamiento farmacológico y otras terapias, como puede ser la fisioterapia, por ejemplo. Así como la intervención psicológica.

El tratamiento psicológico ayuda a reducir la experiencia de dolor y mejorar la calidad de vida. Este tipo de intervención cuenta con técnicas eficaces y contribuye a aumentar la efectividad de los tratamientos médicos que ya está recibiendo el paciente.

  • Técnicas de relajación. Es una de las técnicas más utilizadas. Parte de la consideración de que el dolor surge como una inadecuada adaptación a situaciones estresantes. Es utilizada como técnica complementaria a las intervenciones cuyo objetivo es aliviar el círculo tensión-dolor-tensión que se suele establecer en el dolor crónico.
  • Intervenciones cognitivas. Estas intervenciones parten de la base de que el paciente cuenta con un concepto inadecuado del dolor. Esto genera expectativas; creencias; actitudes; emociones y estrategias de afrontamiento inadecuadas que agravan el problema de dolor e impiden su recuperación. El objetivo de estas intervenciones es cambiar la conceptualización del problema y del papel que la conducta del propio sujeto ejerce sobre él.
  • Intervenciones conductuales. Es uno de los enfoques más utilizados. La conducta de dolor incluye expresiones de queja; cambios posturales; expresiones faciales; búsqueda de atención; evitación de actividades; etc. El tratamiento implicaría la reducción o eliminación de las conductas de dolor y la restauración de actividades diarias que han sido evitada a causa del dolor.

 

Escrito por: Blanca Fernández

Psicóloga sanitaria en ACM Psicólogos

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