¿Cómo afecta el cáncer al estado de ánimo? ¿Existe relación entre depresión y cáncer?

A pesar de la frecuente asociación de depresión y cáncer, los síntomas depresivos generalmente pasan desapercibidos en esta población y, consecuentemente, no reciben el tratamiento adecuado.

Varios factores contribuyen a que no se perciba la presencia de sintomatología depresiva en enfermos oncológicos. En primer lugar, se considera normal estar deprimido cuando se padece una enfermedad debilitante, crónica y grave que potencialmente amenaza la vida del individuo; es raro el enfermo que no experimenta tristeza; sentimientos de desesperanza o inutilidad; o alteraciones en el sueño; el apetito; o el peso durante su paso por la enfermedad. Otro motivo es que hay casos en los que el diagnóstico de la depresión esta oscurecido por síntomas neurovegetativos que pueden ser secundarios al cáncer o a sus tratamientos.

depresión y cáncer

En general, es probable que, al menos el 25% de los enfermos oncológicos hospitalizados cumplan los criterios para el diagnóstico de una depresión mayor o de un trastorno de adaptación con el ánimo deprimido.
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Se han identificado algunos factores de riesgo para la asociación entre depresión y cáncer. Entre ellos encontramos ser joven; mujer; estar sintomático; y estar recibiendo o bien tratamiento activo contra la enfermedad o bien tratamiento paliativo. Otros factores de riesgo identificados incluyen aislamiento social; pérdidas recientes paralelas al cáncer; tendencia al pesimismo; presiones socioeconómicas; enfermedad avanzada con un grado mayor de incapacidad asociada; deterioro físico significativo; historia de alcoholismo u otras sustancias tóxicas; presencia de enfermedades concurrentes; e historia previa de trastornos del estado de ánimo o de intentos de suicidio.

Sin embargo, aunque todos los factores expuestos son considerados de riesgo, no significa que todos los enfermos que se encuentren en sus parámetros necesariamente sufran depresión.

Diagnóstico de los trastornos del estado de ánimo en oncología

La angustia y la tristeza, tan frecuentes en enfermos con cáncer, son el resultado de una interacción compleja de factores médicos, psicológicos y sociales. El duelo por las pérdidas simbólicas y reales, los efectos somáticos y afectivos de la enfermedad física y de sus tratamientos interactúan de modo variable y complejo produciendo sintomatología depresiva diversa.

El diagnóstico de la depresión en el cáncer puede ser complejo. Muchos de los síntomas de la depresión (cansancio; cambios en el apetito o el peso; alteraciones del ciclo sueño vigilia; etc.) pueden estar causados por el avance de la enfermedad o por sus tratamientos y no por la depresión misma.

El diagnóstico de una depresión en la población oncológica precisa que nos centremos en los síntomas psicológicos o emocionales de este trastorno (disforia; sentimientos de impotencia; miedo; desesperanza e indefensión; pérdida de autoestima; sentimientos de culpabilidad; sentimientos de inutilidad; anhedonia; deseos de morir; presencia de ideación autolítica), excluyendo aquellos síntomas que puedan estar causados por el cáncer o por sus tratamientos (síntomas físicos). De esta manera, nos aseguramos de estar midiendo un trastorno emocional y no las manifestaciones de una enfermedad física.

Es igualmente importante tener en cuenta a la hora de diagnosticar un síndrome depresivo en estos enfermos, el tipo de cáncer que padecen, su curso, los tratamientos médicos administrados, su pronóstico y la presencia de dolor, alteraciones en la calidad de vida y otros efectos secundarios de la enfermedad o de los tratamientos.

Es importante en el proceso diagnóstico diferenciar entre todos los síndromes depresivos que pueden exhibir el enfermo con cáncer y que varían desde una tristeza leve a una depresión mayor, incluyendo los trastornos de adaptación con el ánimo deprimido y los trastornos distímicos.

Tratamiento de los síntomas depresivos

Tanto los trastornos del estado de ánimo como el pesimismo y las expectativas negativas a cerca del futuro pueden afectar adversamente a: el tiempo de supervivencia; la duración de las hospitalizaciones; la adhesión al tratamiento médico prescrito; y la motivación y la capacidad para cuidar de uno mismo durante la enfermedad.

Tanto la depresión mayor como los síntomas depresivos en el enfermo oncológico deben recibir siempre la atención adecuada, independientemente de su intensidad, siendo exploradas sus causas y aplicados los tratamientos necesarios. Esto implica que no sólo ha de ofrecerse tratamiento a los enfermos que exhiben alteraciones del estado de ánimo severas, sino también a aquellos que presentan sub-síndromes de trastornos afectivos: los que se aíslan; no cooperan con los cuidados sanitarios; funcionan a un nivel menor del que debieran según su estado físico; expresan excesiva hostilidad o irritabilidad; o exhiben un cambio comportamental que sugiera la existencia de una alteración anímica.

Objetivos del tratamiento psicológico para la depresión

El objetivo de la terapia es aliviar los síntomas depresivos del paciente. Los objetivos que se pueden adaptar a cualquier fase de la enfermedad oncológica son los siguientes:

  • Proporcionar un entorno de seguridad: el alivio del sufrimiento emocional. Se debe ayudar al enfermo a afrontar su situación psicológica y socialmente. Se trabaja en reducir la angustia y la soledad del paciente y de la familia.
  • Una supervivencia significativa y una muerte digna: consiste en facilitarle al enfermo el proceso de atribuir un significado a cada una de las fases de su vida.
  • Modificación de los pensamientos irracionales o negativos que generan o acentúan la tristeza del individuo.
  • Modificación de los comportamientos que interaccionan con la depresión: entrenamiento en habilidades sociales; resolución de problemas; técnicas de autocontrol; entrenamiento en relajación; y técnicas de control del estrés.
  • Inducir un “espíritu de lucha”. Esto es, ayudar a adoptar una determinación para no rendirse; tener un deseo de aprender y de participar en el tratamiento de una forma activa; y esforzarse por llevar una vida lo más normalizada posible a pesar de la enfermedad.
  • Facilitar la expresión de emociones y sentimientos. Los intensos sentimientos que genera el cáncer (temor, ansiedad, tristeza) son menos desbordantes y más manejables cuando se tratan directamente en psicoterapia. La expresión de tales emociones reduce los sentimientos depresivos.

A pesar de que tenemos muchas opciones para mejorar y aliviar los síntomas depresivos de los pacientes oncológicos, es importante adaptar este tratamiento a las necesidades individuales de cada uno. La asociación entre depresión y cáncer es inevitable pero se puede trabajar para que los síntomas disminuyan y mejorar la calidad de vida del paciente.

Escrito por Blanca Fernández

Psicóloga sanitaria en ACM Psicólogos

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