¿Te genera mucho malestar montar en transporte público o ir a un centro comercial solo? ¿Crees que puede pasarte algo terrible y perder el control? ¿Te sientes mejor si vas acompañado o si llevas un objeto que te dé seguridad? Si respondes afirmativamente a estas preguntas, es posible que estés conviviendo con uno de los trastornos de ansiedad menos conocidos y más comunes: la agorafobia.

Agorafobia

¿Qué es la agorafobia?

La palabra agorafobia está formada por la palabra griega ágora (plaza pública) y phobos (miedo), por lo que es normal pensar que la agorafobia es el miedo a los espacios abiertos. Sin embargo, su significado va más allá y abarca también situaciones en espacios cerrados.

La agorafobia se encuadra dentro de los trastornos de ansiedad. Se trata de un miedo desproporcionado a las sensaciones físicas y más desagradables de la ansiedad (mareo, opresión en el pecho, dificultades al respirar, náuseas…) y/o a sus posibles consecuencias. Es decir, la persona no teme en sí mismo a la situación donde se encuentra, teme las sensaciones que siente su cuerpo ante esa situación. Por ejemplo, no se teme al autobús como tal, se teme al dolor en el estómago, las náuseas y la sensación de mareo que se experimentan. En otras palabras, el autobús es el contexto donde se vive el miedo a las reacciones somáticas de la ansiedad.

Esta definición de agorafobia puede ser complicada de entender ya que, por lo general, no es lo que se nos enseña. Es muy frecuente pensar que el foco de malestar es el estímulo externo o la situación. Sin embargo, entender que el foco del problema es el miedo a las reacciones somáticas asociadas a la ansiedad es clave para llevar a cabo un tratamiento psicológico eficaz.

La agorafobia está muy relacionada con los ataques de pánico o las crisis de ansiedad. Es muy frecuente encontrar ambas dificultades juntas, aunque no siempre es así. Existe la agorafobia sin historia de trastorno de pánico, el trastorno de pánico con agorafobia y el trastorno de pánico sin agorafobia.

Características de la agorafobia

Para poder ofrecer una definición más amplia de la agorafobia vamos a mencionar algunas de las características principales de este trastorno de ansiedad:

Sensaciones fisiológicas intensas y desagradables

La persona, al encontrarse en determinadas situaciones, comienza a sentir unas intensas sensaciones fisiológicas asociadas a la ansiedad que aparecen de repente y sin avisar. Estas sensaciones son muy desagradables y parecidas a aquellas que sentimos cuando hacemos ejercicio físico intenso. Algunas de ellas son: taquicardia; sudoración; sensación de falta de aire o ahogo; hiperventilación; sensación de mareo y vértigo; dolor u opresión en el pecho; náuseas; temblores; ráfagas de calor u escalofríos; sensación de hormigueo en las extremidades; visión borrosa; sensación de irrealidad y/o distanciamiento de uno mismo.

Evitaciones

Si pensamos que la fuente del miedo es la situación, es normal intentar evitar aquellos lugares que me hacen sentir mal. Este tipo de evitaciones son muy frecuentes en las personas con agorafobia y es una de las principales causas de su malestar, ya que dejan de hacer actividades placenteras como, por ejemplo, ir de compras por el miedo a coger el autobús.

Por otro lado, las evitaciones no son siempre de las situaciones temidas. Como decíamos antes, el miedo real de estas personas son las sensaciones físicas de la ansiedad, por lo que es muy frecuente evitar actividades que, de forma natural, generen estas sensaciones. Algunas de ellas pueden ser tomar baños calientes, hacer ejercicio intenso, beber café o estimulantes o ver películas de miedo.

Conductas defensivas o de seguridad

Al no entender por qué su cuerpo reacciona con síntomas ansiosos intensos y no saber cómo controlarlos, estas personas suelen realizar conductas defensivas con el objetivo de reducir las reacciones somáticas. Una de las conductas de seguridad más frecuente en las personas con agorafobia es el ir acompañado. Si se va acompañado se cuenta con una ayuda en caso de que le pase algo malo. La persona ya no está sola con sus reacciones físicas, ahora tiene a alguien que le protege. El ir acompañado no elimina el miedo de la persona con agorafobia, pero sí hace que sea mucho más llevadero.

Otras conductas de seguridad muy frecuentes son: llevar objetos tranquilizadores como medicación, símbolos religiosos, teléfono móvil cargado o una moneda de la suerte; distraerse escuchando música, hablando con los demás o haciendo juegos mentales; mantenerse cerca de la salida o conocerse las salidas de emergencia del lugar…

Situaciones

Como decíamos al principio, la situación no es lo que se teme en realidad en la agorafobia. Sin embargo, el denominador común de las situaciones que una persona con este diagnóstico teme no son los espacios abiertos o cerrados, grandes o pequeños ni públicos o privados. La característica principal de las situaciones temidas es aquella en la que escapar u obtener ayuda en caso de necesitarla por estar experimentando unos síntomas de ansiedad muy intensos es difícil.

Pensamientos catastróficos

La persona con agorafobia interpreta y vive las sensaciones somáticas de la ansiedad como un peligro para su salud física, mental o social. De manera que, cuando experimentan estas sensaciones suelen pensar que algo malo les está pasando, y que corren un alto riesgo de volverse locos o morir. Algunos ejemplos de estos pensamientos catastróficos serían: si esto va a más me puede dar un infarto, me voy a quedar sin aire y morir ahogado o voy a desmayarme en medio de toda esta gente y hacer el ridículo.

Deterioro

El cuadro de agorafobia puede dar lugar a otros problemas como baja autoestima, al no verse capaz de hacer algo tan sencillo como ir en autobús o ir al cine; bajo estado de ánimo, debido a dejar de hacer actividades placenteras por miedo a que nos pase algo malo; reducción de contactos sociales; disfunción sexual, al estar permanentemente en un estado elevado de ansiedad; y problemas laborales, maritales o familiares.

Como decíamos antes, la persona con agorafobia tiende a ir acompañado para sentirse mejor, por lo que se genera una fuerte sensación de dependencia y poca confianza en uno mismo.

Tratamiento

Los tratamientos que se han mostrado más eficaces para el trastorno de agorafobia tienen como base la perspectiva cognitivo-conductual. El tratamiento tiene como objetivo principal el volver a funcionar de forma óptima y aprender a gestionar la ansiedad. Para ello se deben trabajar varios aspectos, pero los principales y comunes en todo tratamiento de agorafobia son:

  • Entender la agorafobia y familiarizarse con la ansiedad.
  • Aprender técnicas y recursos para saber manejar las sensaciones tan intensas y desagradables de la ansiedad.
  • Enfrentarse a las situaciones evitadas de forma progresiva y gradual, intentando reducir las conductas de seguridad asociadas.
  • Prevenir recaídas para mantener los logros obtenidos a lo largo del tratamiento y evitar volver al punto de inicio.

Como decíamos antes, una de las características de la agorafobia es el deterioro o el impacto que esta tiene sobre el individuo y sobre su vida (autoestima, estado de ánimo y/o problemas laborales y de pareja). La terapia cognitivo-conductual presta atención a este deterioro y se ha mostrado eficaz a la hora de trabajarlo y mejorarlo.

 

En ACM Psicólogos tenemos experiencia trabajando con personas que presentan un cuadro de agorafobia y, si al leer el artículo te sientes identificado y crees que podrías tener este problema, te recomendamos ponerte en contacto con nosotros llamando al 91 2520 36 92. La agorafobia es muy incapacitante y genera mucho malestar pero, con una buena ayuda profesional y trabajo en equipo tiene muy buen pronóstico.

 

Escrito por Sara Jódar

Psicóloga Sanitaria en ACM Psicólogos

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